De regreso


He vuelto como el buen hijo, a mi casa, a este lugar que tanto me ha permitido contar. Ya no soy la veinteañera, ni la soltera de la vida loca; ahora soy un poco más madura, pero no crean que lo de indiscreta se me ha quitado.

He probado algunos amores en mi ausencia, unos muy tóxicos, otros muy ricos y otros innombrables; pero aquí estoy.

Después de algunos años de muchas tormenta me visitan las musas. Pero en este escrito quiero hablar de esa cobardía para elegir bien a quien amar.

A veces no somos conscientes de cómo elegimos a quienes queremos, y eso es normal, elegimos desde nuestras carencias; la diferencia está en saber irse a tiempo o saber quedarse cuando lo vale. Cuando descubres que lo que te conquisto no perdurará. Ahí radica la diferencia de las relaciones buenas o muy tóxicas. Saber parar.

Recuerdo cómo me he fundido una y mil veces intentando olvidar un tóxico con otro tóxico. O cómo he salido con un cabrón para olvidar a otro cabrón. Pero no todo es tan malo, meter la pata hasta el cuello deja algunas alertas, que se disparan cada vez que nos acercamos a otro drama.

Vivo más alerta, intentado no repetir malos amores, no conocer más vínculos tóxicos, o al menos intento huir cuando lo que llega pinta mal, o me muestra señales claras; aunque se que a veces he sido ciega selectiva.

Ya no soy de las que toma el camino para poner su cabeza, más bien prefiero huir si se que la cabeza la voy a perder; ya nadie tiene esa fuerza de arrastrarme, porque uno aprende que uno es quien se arrastra sólo; y eso no quita que yo no quiera, que esos vínculos me mantengan un mal día al son de dos canciones y una copa de vino. Eso no indica que no extrañe, que no me deje llevar de ese vicio maldito de extrañar algo que no conviene. Pero me contengo y cuando no puedo pago terapia jajajaja.

Porque la madurez te va enseñando a parar o a seguir cuando es necesario.

Todos un mal pateamos al adulto que somos y hacemos pataletas en el piso, pero siempre hay que recordar que tenemos bastantes pelos fuera de la encía para enfrentar como adultos lo que causamos cómo niños.

Gracias por leer mis instintos, por perdonar mis pausas y por acogerme cada vez que regreso por este rincón. Aquí he vuelto para pagar menos psiquiatras, para no tener vicios y para no irme a desahogar con un tóxico, ya entiende porque escribir me mantiene viva, amo regresar a escribir en este blog para valientes!.

Hilda Arzeno

P.D. Si no le es suficiente mi indiscreción por acá siga mis cuentas en Instagram @hildaarzeno @instintobyhilda @de10a11show