
Imagen @pedritaparker
By @hildaarzeno
Las mujeres históricamente nos mentimos a nosotras mismas o cuando hablamos de nosotras.
Somos muchas las que en años, no hemos recibido regalos de cumpleaños, san Valentín o flores sin ningún motivo. No todas hemos sido el prototipo de novias o parejas que entran en esos parámetros de tórtolos enamorados donde los detalles sobran.
Incluso somos muchas las que podemos contar poco sobre eso de andar de novias, o hablar de idas al cine, agarrados de la mano, o al parque; la verdad esas pendejadas quedaron plasmadas en nuestra memoria de historias colectivas y no muchas fueron consumadas en la realidad.
Nadie nunca pidió mi mano de compromiso en la sala de la casa de mis padres. Es más siempre fui renuente a que los varones le calentaran el mueble a mi madre, así que un día decidí que nadie iba para la casa hasta que me casara. Dudas hubo sobre mis preferencias. Pues la primera vez fue así, él, ese susodicho, llegó porque sería el papá de mi hija, fue el primero que presenté formal, los demás quedaron en el anonimato y en mi inventario personal.
Nunca he recibido regalos fabulosos de ningún varón. Admítalo usted también. Si algunas flores, algunos detalles pendejos, cenas, pero así como muchas presumen nooo. Claro nunca me he atrevido a pedir regalos; no me apasiona sentirme comprada. Tampoco he mentido sobre un regalo que me he hecho yo misma. Pero créanme añoro al menos un buen regalo!
Coño el último novio que recuerdo me regaló un collar, más feo. Soy complicada para los regalos, pero a todas nos hace falta, presumir un mal día.
Lo mismo pasa con las flores, conozco de mujeres que han llegado y todo ha estado lleno de flores en casa o en la oficina, bueno la verdad mis flores más grandes no llegaron a dos docenas; pero en fin, se que las mujeres siempre duplicamos los regalos de San Valentín, si fue uno, decimos algunos, si no fue ninguno, hasta un chocolate le decimos regalo; esas fechas dan muy duro en soltería; sobre todo cuando ni tus amigas se apiadan de ti; pero claro, esas cosas son secretas, nuestra soledad asquerosa no la compartimos ni con la mejor amiga. Hay muchas que elegimos auto regalo para sentirnos menos mal; créanme soy de esas que con frecuencia se compra flores en casa, ya no para presumir, pero me hace compensar todos los años pasado donde esperaba por unas flores con motivo.
Ah me falta contarles de algunos varones que llevan años en nuestras vidas y no hacen un bendito regalo.
Si, eso si, yo soy de las que deja la cartera regalando, bueno y bien. No miro precio para buenos regalos.
Pero cuando nos encontramos con pendejos que después de un tiempo de relación no tienen ningún detalle créanme que dejamos de quererlos; ninguna mujer quiere cumpleaños, san Valentín y navidad sin un obsequio. Así que si usted conoce alguno que sea así, salga rápido huyéndole. Yo he tenido algunos. Nunca perdí la esperanza de que fueran menos miserables. Si, porque eso de olvidar los detalles es miseria, no es ingenuidad no es descuido; tal vez tacañería.
Claro llega un momento que esos años de esperar regalos pasan; donde te compras lo que te da la regalada gana, donde las flores se vuelven una costumbre por decoración.
Llega un momento donde un buen vino y una buena conversación adquiere la categoría de regalo; donde más vale un buen encuentro que un libro de regalo, porque la literatura la pides por Amazon y a tu gusto.
Llega un tiempo donde más valen sus modales, su trato exquisito y su ubicación en la vida, que un cine, un parque o una cena.
Ya los empaques de regalo, la moña de envoltura y las tarjetas postales quedaron en el pasado; que los hombres piensen y actúen como caballeros tiene más puntos que cualquier cosa.
A mi edad me compró todo lo que quiero disfrutar; no aspiro a sorpresas y se pedir lo que quiero, como y cuando lo quiero; la compañía queda relegada a ser exquisita de lo contrario no es necesaria; porque hasta ellos son reemplazables, si no dan lo que se espera, y todas tenemos parámetros distintos.