Por. Hilda Arzeno
Uno no elige de quién enamorarse. De lo contrario todos fuéramos inteligentes para elegir lo conveniente.
Admito que he sido una mujer de amores diversos, que cuando doy riendas sueltas a querer lo doy todo, porque no sé vivir a medias, ni de a pocos, ni de a veces, o todo o nada.
Y es así como me he pasado la vida o queriendo mucho o no queriendo a nadie. Últimamente hay una palabra que recorre mi memoria cuando pienso en cualquier persona que intenta querer a otra; pero que creo que se ha desvirtuado “intensa”.
Le han llamado a usted alguna vez con ese término, no se asuste, no es despectivo, no es ofensivo, esa palabra cae en la misma categoría de loca o histérica; y si usted es mujer créame que ninguna de ellas debe hacerle sentir mal.
Que mal se sienta quien no ha querido, quien se ha conformado con amores mediocres, amores a medias, amores de mentira. Yo prefiero seguir queriendo a mi manera, sin reglas, sin prejuicios, como me da la gana.
Al final todos podemos terminar rotos, queramos o no queramos. Querer nos hace vulnerables, pero nos mantiene vivos, nos despierta ese ser interno que a veces se duerme. Querer remueve las musas, recarga el alma. Quiera aunque no le quieran, amén ustedes, pero nunca dejen de esperar por alguien que los quiera como usted se merece. Hoy celebro por mis musas, andaban en un año sabático, han regresado, con sabor a vino, con trova de fondo, y con la luz bien prendida, celebró volver a escribir.
@hildaarzeno